Una persona caía por un barranco y se sostuvo de las raíces de un árbol. Arriba del barranco había un oso inmenso queriendo devorarlo. El oso roznaba, mostraba los dientes, babeaba de ansiedad por el plato que tenia delante suyo. Y abajo, listos para tragarlo cuando cayera, estaban nada mas y nada menos que seis tigres tremenda-mente hambrientos. El levantaba la cabeza, miraba hacia arriba y veía el oso roznando. Cuando el oso daba una tregua, oía el rugir de los tigres, próximos de sus pies. Los tigres abajo querían comerlo, y el oso arriba quería devorarlo. En determinado momento, el miró al costado izquierdo y vio una frutilla roja, linda, reflejando el sol. En un esfuerzo supremo apoyó su cuerpo, sostenido solamente por la mano derecha y con la izquierda, tomó la frutilla. Cuando pudo mirarla mejor quedó admirado con su belleza. Entonces llevó la frutilla a la boca y disfrutó su sabor dulce y suculento. Fue un placer supremo comer aquella frutilla tan rica. Quizás me preguntes: "Pero, ¿y el oso?". Olvida al Oso y ¡come las frutillas! ¿Y los tigres? Mala suerte de los tigres, ¡Come la frutilla! Siempre existirán osos queriendo comer nuestras cabezas y tigres queriendo arrancar nuestros pies. Eso hace parte de la vida, pero es importante saber comer las frutillas, siempre. Nosotros no podemos dejar de comerlas sólo porque existen osos y tigres.
Los problemas no impiden a nadie ser feliz.
Come la frutilla, no dejes que ella escape.
Puede no haber otra oportunidad para experimentar algo tan sabroso.
Relájate y vive un día a la ves: ¡Come la Frutilla!
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